Para los que creen...

Señor, ellos piensan que te engañan con asistir a la iglesia los Domingos… Orando y poniéndole las manos en la frente a la gente, pisando fuerte y saltando, fingiendo que tienen dentro al Espíritu Santo. Pero es delgado el hilo entre decirlo y hacerlo, darlo y vivirlo, a simular que todo está bien.
¿Será que de verdad creían que pondrían el velo sobre tus ojos, Señor?
¿De veras pensaron que al fingir serían salvados, amparados y recompensados?
…¡Sería lo más extraño que he escrito hasta hoy!
Y quizá luego de esto, mucha gente en mi contra estará, pero luego de esto solo a ti responderé, Señor.

Así que, ya, me decidí; iré a la iglesia este Domingo y cantaré una canción que talvez ofenda y hiera los sentimientos de unos cuantos a ver si les hace pensar, a ver si hago bien y no mal..
Ay Señor, como sucede en el cielo, yo espero que comprendan lo mucho que desencantan a un simple pecador como yo.

¿Señor, y a quién piensan que timan, cantando alabanzas repletas de gloria, cuando luego en el mundo es otra historia?
Se me agotan las personas que algún día por mi rezarán…

No es que ansíe aparentar ser ejemplo del hombre perfecto, pero creo firmemente que si lo hablas debes hacerlo y no predicarlo el día entero. Pues si te contradices como hipócrita quedarás, y correrás el riesgo de alejar algunas de las personas más bellas de tu vida. Y nunca ha sido mi intención desanimarte o dudar de tu fé, sino estimularte a que tu vida cambies.
¡Sería lo más real que he escrito hasta hoy día!